Barrio de La Pila
San Caralampio llegó a Comitán por el año de 1850 con un soldado de nombre Otero; este soldado tenía una novena histórica del mártir Caralampio, en cuya portada venía la efigie del mártir hincado, un romano alfanje en mano dispuesto a decapitarlo y el Redentor en una nube en lo alto. Don Raymundo Solís vecino del barrio de La Pila, leyó esta novena y se convirtió en admirador del mártir y le pidió al soldado se la vendiera. Hizo un cuadro copiando la portada de la novena y lo llevó a su rancho Tzeltón, cercano a la población y lo nombre Patrón del lugar. En aquella ocasión la peste invadió a Comitán, la viruela hacía estragos, lo mismo que el cólera y dio la casualidad que en el lugar donde se veneraba el santo, no hubo ningún caso de estas enfermedades, aunque en Comitán morían por montones. Por lo tanto, fue nombrado desde luego abogado especial contra la peste y los aires contagiosos. Cuando pasó la virulencia y el pueblo recobró la calma, formaron una junta los vecinos de La Pila, don Raymundo donó un terreno, y ahí levantaron los primeros cimientos del templo en 1852. La fiesta de San Caralampio se empezó a celebrar casi enseguida de iniciado el culto. San Caralampio es un santo ortodoxo muy famoso, en el santoral católico no existe, en griego su nombre es Xarálambos (algo que da mucha alegría, luz resplandeciente de Xará, alegría y Lambí, brillar). Para ver la historia completa consultar: Comitán... Un lugar para soñar. Calendario gastronómico de Leticia Román de Becerril.
El día 10 de febrero es la Entrada de Flores de San Caralampio, todas las rancherías y pueblo en general se reúnen en el lugar llamado el "Chumísh" para partir posteriormente al templo. Es la Entrada de Flores más grande y vistosa que hay. Anunciando la algarabía vienen los diablos, muertes, gigantes, comanches y enmascarados que bailan frente al templo; repiques a vuelo y estruendosa cohetería, dejan sus ofrendas y pasan a la sacristía donde se les obsequia refresco preparado con temperante. En la plaza frente al templo, el sonar de los tambores y pitos, marimbas, repiques y cohetes.
La fachada del templo tiene una decoración de sabor popular vinculada, sin embargo, a los modelos neoclásicos. El mismo estilo neoclásico, en una versión más acabada, es el que predomina en el interior -blanco y luminoso- ornamentado con columnas corintias, un arco toral con casetones y cornisas denticuladas. Como es habitual en la región, la techumbre es de madera y teja. Los tres nichos del altar mayor cobijan a la Virgen de Lourdes, el Sagrado Corazón de Jesús, y desde luego al patrón San Caralampio.